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domingo, 17 de enero de 2016

¿Quién te enseñó a creer en ti mismo?: La importancia de rescatarte y reconquistar tu territorio personal


Si preguntamos a los niños qué quieren hacer con sus vidas, a qué quieren dedicarse profesionalmente o cómo se imaginan siendo más mayores, la gran mayoría nos contesta con ojos chispeantes rebosando ilusión y nos cuenta algunos de sus sueños para el mañana sintiéndose absolutamente capaces de conseguirlo, confiando en sus posibilidades de lograrlo y mostrándose seguros de sí mismos. Si les planteamos posibles obstáculos que puedan encontrarse se orientan a resolverlos de forma creativa identificándolos como salvables. Creen firmemente que su vida es suya y pueden conseguir lo que se propongan si se esfuerzan por ello. No limitan sus posibilidades y viven el presente con intensidad. Parece que la tendencia es verse a sí mismos como pilotos de su propia vida, como alguien que tiene capacidad de acción, decide, disfruta y avanza hacia su meta.

Piensa por unos minutos ¿QUIÉN TE ENSEÑÓ A CREER EN TI MISMO?. Quizás hubo alguien que te enseñó que en tu interior hay una gran reserva insospechada de fortaleza que emerge cada vez que crees que no puedes más,  tal vez tu esfuerzo dio sus frutos y sentiste la satisfacción personal de conquistar un objetivo muy deseado (¡lo lograste!), puede que hayas aprendido a escucharte y descifrarte, a seguir tu intuición y tu pasión, o a lo mejor alguien te hizo ver que cuando uno aparentemente no gana realmente aprende, por lo que las crisis, las piedras del camino o incluso las pérdidas son maravillosas oportunidades de crecimiento y autoconocimiento.


                                                                                                                            ILUSTRACIÓN: Eva Armisén


Lo cierto es que muchos de esos niños que todos fuimos en algún momento comienzan a anticipar ineficazmente consecuencias, adquieren miedos  irracionales que condicionan sus vidas, negocian con su libertad, dan más valor a la mirada del otro que a la propia, sienten que ya no tienen margen de maniobra para decidir autónomamente o pasan a conceptualizan el cambio como una catástrofe de efectos insospechados tendiendo a instalarse en la rutina y la relativa comodidad de la zona de confort vital.

Hemos creado una sociedad estática instalada en el ruido, en la que se valora el riesgo cero, en la que la artificialidad y lo homogéneo prevalece frente a lo auténtico y lo diverso, donde los días suelen ser tan parecidos que cuesta VIVIR en el anodino presente, carente de interés e  insustancial demasiadas veces. Nos preparamos para lo que llegará, soñamos con el día de mañana o esperamos las circunstancias adecuadas para generar un cambio. Pisamos asfalto, nos cercan edificios, vemos ficción, dejamos de intentarlo porque perdimos la confianza en lo posible, nos disfrazamos para dar nuestra mejor versión sin sentirla, estamos rodeados de gente que realmente no conocemos y mantenemos demasiadas conversaciones vacías en las que estamos desconectados. 


¿QUÉ HUBO DE AUTÉNTICO EN TU DÍA?

La evolución de la especie ha supuesto una involución en áreas esenciales, al menos las propias del ser, del espíritu individual. Comienza a ser sorprendente y excepcional que alguien valore y se sienta en armonía con el entorno natural, que la experiencia de un anciano sea considerada como referencia o que la esencia de las personas entre en comunión en sus relaciones.


¿En qué momento uno deja de creer en sí mismo, en sus potencialidades o en sus fortalezas?, ¿Cuándo uno llega a perderse a sí mismo al hacer grandes concesiones y renuncias descompensadas?, ¿Qué ha aprendido alguien que siente miedo a SER, a mostrarse tal y como es?, ¿Cómo la fuerza interior de la infancia deja paso a las inseguridades de la adultez?,...


Cada día decidimos infinidad de veces, tomamos decisiones continuamente. Con quién te relacionas, lo que expresas, dónde te diriges, las palabras con las que te comunicas contigo mismo, en qué dedicas tu tiempo, en qué se transforma tu energía o qué límites estableces en tus relaciones.


¿ES POSIBLE RESCATARTE Y RECONQUISTAR TU TERRITORIO PERSONAL? 

¡LO ES!


.TU ACTITUD ante la calma y la adversidad es un condicionante de la vivencia que experimentas

.El autoconocimiento de tus fortalezas y limitaciones te permite llegar a la aceptación y eliminar frustraciones y auto-desgastes

.La seguridad personal y creer en ti mismo te resitúa en el mapa de tu vida asumiendo el control, VIVIENDO

.El desarrollo de tu potencial te permite ser más tú, más auténtico día a día, liberándote de cadenas invisibles y monstruos imaginarios

.Permitirte fluir y gestionar adecuadamente la incertidumbre te recuerda que el presente es lo único en lo que puedes “accionar” y ser

.Respetarte a ti mismo, tu esencia y tu dignidad, recoloca al otro y bloquea sus interferencias





                                                                             ILUSTRACIÓN: estamalperosepuedempeorar



                                                                              ¡ES POSIBLE!



viernes, 16 de octubre de 2015

La conquista de la ACEPTACIÓN, sus tareas y resistencias


Si mentalmente te detienes por unos minutos e intentas analizar muy a groso modo cómo ha sido tu vida hasta este mismo instante encontrarás altos y bajos en el camino, etapas que recuerdas especialmente dulces y otras marcadas por acontecimientos o circunstancias que te han desestabilizado. Probablemente detectas situaciones o hechos vitales muy importantes que han condicionado tu crecimiento y desarrollo vital, algunos los valorarás de forma positiva y otros claramente de forma más negativa. En cualquier caso haber vivido cada uno de ellos te ha permitido llegar a ser tal y como eres en este preciso momento.


La aceptación de tu realidad, de quien eres, de lo vivido e incluso de lo no vivido pero a su vez especialmente deseado, es una conquista que te permite seguir avanzando y liberarte de miedos y emociones negativas que muchas veces dificultan e impiden que vivas de forma plena tu vida.

En ocasiones, de forma involuntaria y automática, puedes llegar a poner en marcha mecanismos de resistencia para afrontar una realidad que no te gusta y que no deseas conocer en un intento de “sobrevivir” a una circunstancia que amenazaría tu sistema de creencias, la imagen que tienes de ti mismo o de los demás o tu propio equilibrio personal. Algunas de las estrategias  que empleamos para protegernos frente a lo desagradable son:


-Minimizar los efectos que se están produciendo: “no es para tanto”, “ha ocurrido muy pocas veces”,…

-Normalizar la situación y los efectos adversos: “le pasa a mucha gente”, “esto es bastante normal en esta sociedad”,…

-Justificar la conducta: “no tiene importancia porque en el fondo lo hace porque me quiere”, “estaba muy nerviosa, no pasa nada”, “con la situación personal tan complicada que hay es lógico”,…

-Disociar/separar/dividir la realidad y atender únicamente a la parte que encaja con tus expectativas o lo que a ti te gustaría (auto-engaño): “él me quiere porque me lo ha dicho y pasamos una tarde estupenda”- “pero, vi que te empujó y te insultó cuando ibais hacia el coche”- “ah! No, sólo fue un malentendido! Estamos muy bien, estuvo muy cariñoso esa tarde”.

-Negar la realidad o parte de ella, postergando el impacto que tendría asumir lo real. 
Puede haber un rechazo total a admitir lo que está ocurriendo  llegando a negarte a escuchar algo que no quieres:  “mi familia SIEMPRE está cuando la necesito”, “mis hijos son PERFECTOS”, “mi vida es PERFECTA”, “voy a conseguir TODO lo que me proponga”, “mis padres SIEMPRE saben qué es lo mejor para mi”, …

-Esfuerzos constantes y persistentes por intentar cambiar tu realidad o la de otra persona asumiendo que tienes control sobre ella y puedes conseguirlo. Esta estrategia de resistencia supone un gran desgaste personal, genera sentimientos de frustración cuando no consigues lo que quieres e impide que tu esfuerzo se dirija hacia aquello que sí depende de ti.

-Distorsionar/disfrazar la realidad, fantaseando o creando una ilusión paralela en la que exageras tus cualidades o las de los demás.

-Negociar con la realidad: Parte del pensamiento mágico y más primitivo, implica buscar una solución desde la desesperación en muchas ocasiones y supone defenderte para evitar aquello que no aceptas. “Vamos a pactar, yo haré un esfuerzo con esto y esta situación mejorará”

-Ironizar, utilizar el humor o el sarcasmo de forma exagerada o desmesurada para desdramatizar y aliviar el malestar sin permitirte mostrar tu vulnerabilidad.


                                                                         FOTO: google imágenes


En el proceso hacia la aceptación puedes llegar a sentir enfado, angustia emocional, rabia, culpa o ira hacia ti mismo o hacia los demás (“no es justo”, “¿por qué me sucede esto a mi?”, “yo podría haber hecho algo”,…) o en otra fase del camino experimentar dolor emocional y una profunda tristeza (“no sirve de nada que haga algo”, “ no tiene sentido la vida”,…). Se trata de avanzar pasando por diferentes fases que te lleven a la aceptación sin experimentar emociones intensas desagradables que te bloqueen y alejen de la realidad.

Lindenmann , Brown y Schulz plantearon una secuencia resumen de las fases más importantes para la elaboración del duelo y partiendo de su aportación considero que se desprenden básicamente cuatro tareas que componen el proceso hacia la aceptación.

-1-Ver,  admitir y tomar conciencia de la realidad tal y como es y de las
 consecuencias de ésta que hay en ti y en los demás
-2-Experimentar la realidad
-3-Sentir el dolor y todas las emociones, permitiendo que fluyan
 canalizándolas adecuadamente.
-4-Nueva adaptación a la realidad (readaptación) tras asumir lo
inevitable y decidir conscientemente tu nueva postura ante ésta.


Así pues, la aceptación se conquista cuando has elaborado la perdida de aquello que no fue, no es o de lo que no será, cuando admites que lo que deseabas o quisieras no es posible y no puedes cambiarlo por ti mismo. Hay un cambio de visión de la situación y una orientación hacia el presente y el futuro permitiendo la transformación de ti mismo o de tu vida.


Cuando aceptas, asumes sin oposición la imperfección, las limitaciones propias o de los otros, las carencias y lo inevitable. Es entonces cuando lo que piensas, verbalizas y sientes tiene una mayor correspondencia y puedes gestionar saludablemente tus emociones, predominando la serenidad y la satisfacción personal por haber conseguido integrar en tu vida lo vivido, reorganizarte interiormente y poder reorientarte de nuevo con un mayor sentimiento de autenticidad. Predominan pensamientos del tipo “esto no depende de mí”, "es lo que hay", "no puedo cambiarlo", “pasará”, “no puedo luchar contra esto pero sí puedo prepararme para afrontarlo de la mejor manera posible”, “siento que he crecido con esta experiencia”,…


Muchos problemas emocionales y desajustes vitales se asientan en la no aceptación pudiendo llegar a quedarse uno instalado durante más tiempo del esperado en alguna de sus fases. Otros pueden derivarse a su vez de haber decidido conformarse aceptando como válido en la vida algo que globalmente no se desea pero que en cambio ofrece una ganancia asociada secundaria, o que incluso dependiendo de uno para cambiarse acaba no considerándose por el gran esfuerzo que cree que supondría hacerlo o por la valoración de escasa probabilidad de conseguir ese cambio. Supondría entonces conformarse porque se valora que costaría mucho alcanzar lo que realmente se desea, se cree que no se conseguiría o compensa por otro lado dejar las cosas como están. En cualquier caso, no asumir de modo consciente la realidad y sus consecuencias asociadas supone no disponer de la base necesaria para poder decidir en consecuencia la postura que uno quiere adoptar al respecto, implicando una probable pérdida de identidad y de autenticidad.


Es muy importante, por tanto, que cuando algo te genere malestar te detengas, analices lo que está ocurriendo y honestamente valores si depende de ti cambiarlo. En caso de que no seas un agente con posibilidad de transformar esa realidad te encontrarás ante un proceso de aceptación de la misma y con una oportunidad de crecimiento y autoconocimiento personal. Si en cambio determinas que sí puedes actuar y cambiar lo que no deseas es el momento de diseñar un plan de acción para conseguir tus objetivos, motivarte y asumir el control y la responsabilidad de luchar por lo que quieres en tu vida permitiéndote sentir satisfecho contigo mismo.





Fuentes consultadas:
.Modelo Kübler-Ross: Kubler-Ross, E.: On death and dying. Nueva York: Routledge, 1973
.Modelo Lindenmann , Brown y  Schulz: 
            https://es.wikipedia.org/wiki/Duelo_(psicolog%C3%ADa)
.http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2007471914703783

martes, 27 de mayo de 2014

¿Quién eres?: LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO



En ocasiones el ritmo de  vida en el que estamos inmersos, las exigencias del entorno y las que nos fijamos nosotros mismos, dificultan que tomemos conciencia de quiénes somos, lo que deseamos y los pasos que vamos dando día a día, de tal modo que puede que estemos caminando en la dirección contraria a dónde queremos  ir y por tanto nos estemos alejando en realidad cada vez más de aquello que interiormente deseamos o querríamos alcanzar.

Ante una gestión ineficaz de un acontecimiento estresante, dramático o una pérdida real o percibida en la que los recursos de los que disponemos no son suficientes para salir adelante, podemos llegar a adentrarnos en un momento vital crítico en el que dejamos de atender a lo externo y evaluamos intensamente nuestras competencias y el entorno que nos rodea. El fallecimiento de un familiar, la pérdida de un trabajo o no encontrarlo, el nacimiento de un hijo, ser víctima de una agresión, una separación, una ruptura sentimental o presenciar un desastre natural son algunas de las situaciones en las que generalmente solemos pararnos a reflexionar en profundidad.

En las crisis vitales se produce un desajuste tal que requiere nuestra absoluta atención y dedicación para evaluar y re-evaluar  las pérdidas, los recursos de afrontamiento o los apoyos vitales tantas veces como sea necesario para recuperar cierto equilibrio. Mirarnos al espejo con valentía y reconocer nuestras debilidades y fortalezas, es un punto de inflexión que posiblemente marcará un giro en la dirección mantenida hasta ese momento. La conceptualización que hagamos de esta etapa crítica es crucial para la manera en que la “vivenciemos”. Entender la crisis personal como una oportunidad para el cambio, de crecimiento o como una forma de desarrollar nuestra autenticidad nos invita a adoptar una actitud en la que maximizamos los beneficios y aumentamos la probabilidad de superarla con éxito.



                                                                                                          FOTO: http://mentirasmalcontadas.wordpress.com



Para ello, para salir fortalecido de un momento vital crítico, es necesario vencer la etapa inicial de incertidumbre e inseguridad, altamente cargada de pensamientos paralizantes donde la culpa o los reproches personales se instalan sin ni siquiera darnos cuenta. Sentirnos perdidos, solos, incomprendidos o desafortunados forma parte del proceso y vencer estos estados emocionales puede dar paso a un análisis constructivo del momento en el que nos encontramos. Sólo de este modo podremos tomar decisiones consecuentes que puedan beneficiarnos no sólo a corto plazo, podremos comenzar a vislumbrar qué queremos conservar de nosotros mismos, de lo que nos rodea o a qué personas queremos seguir teniendo cerca. En definitiva qué queremos seguir llevando en la mochila día a día.

En este punto es cuando verdaderamente nos miramos en el espejo y podemos recomponernos tal y como queremos aquí y ahora. Es cuando podemos asimilar nuestra historia pasada a pesar de que se aleje de lo que hubiéramos deseado, aprender de ella, desaprender comandos en los que se nos ha programado que ya no son útiles y aprender nuevas formas de funcionamiento saludables. Sin duda es el momento de sacar conclusiones y quedarnos con lo verdaderamente importante que guiará nuestra nueva toma de decisiones y motivará la dirección que queramos tomar.


                                                                                                               FOTO: http://www.enriquemonterroza.com


Saber quién eres, lo que te gusta y lo que te encanta, lo que no quieres, lo que para ti es negociable y lo que no, lo que deseas, a quién quieres, tus limitaciones, tu zona de comodidad, lo que estás dispuesto a arriesgar, lo que te hace vibrar o lo que te invita a sonreír, es fundamental para VIVIR.  Tomar conciencia de ello es treméndamente  importante porque variará según nuestro momento vital o las circunstancias que nos rodean. Lo que en su momento fue útil y efectivo puede que ya no lo sea y si no lo detectamos quizás estemos limitando nuestro propio potencial.

Algunas personas tienen un sentido innato o aprendido e interiorizado de lo que supone su existencia y regularmente toman conciencia y no sólo analizan algunos de estos aspectos de un modo intenso en sus crisis vitales. Otras, en cambio, se instalan en la comodidad y se mueven por patrones fijos y difíciles de modificar, los cuales pudieron tener una funcionalidad en el pasado pero permanecen sin ser re-evaluados ni adaptados al AQUÍ Y AHORA.

VIVIR supone reconocer el dinamismo intrínseco que conlleva, así como la posibilidad de que como personas cambiamos y disponemos regularmente de nueva información o nuevos circunstancias que es importante considerar para modificar la hoja de ruta que nos acerque a donde queremos llegar.


No olvidemos que, podemos empezar de nuevo en cualquier momento, tantas veces como queramos. Tenemos la capacidad, como seres humanos, de “des-programarnos” y cambiar.




viernes, 28 de febrero de 2014

Las CADENAS que impiden el avance personal



Ya cambiarán las circunstancias, más adelante podré hacer algo, no es el momento, no puedo, tengo mala suerte, no depende de mi, ¿por qué no avanzo?, ¿qué hago?, Y si ...


En ocasiones,  aun deseando que nuestra realidad sea de otra forma nos quedamos paralizados, sin movernos, observando lo que nos rodea día tras día. Pasa el tiempo y permanecemos con el freno puesto, sin cambiar lo que está a nuestro alcance, deseando que factores externos provoquen un cambio o que terceras personas tomen las decisiones.

El periodo de reflexión es fundamental  para profundizar sobre lo que queremos y concretar el modo más eficaz y beneficioso para nosotros  de alcanzar nuestros propósitos; si bien, el anclaje de modo permanente en una etapa de pre-contemplación o contemplación  puede denotar la existencia de otras dificultades o déficits que es aconsejable abordar para avanzar y desarrollarnos a nivel personal.

Algunas de las “cadenas” que nos impiden el movimiento, limitan nuestra capacidad de acción y decisión y nos mantienen sujetos a lo que no deseamos o queremos son:


-El temor o miedo a “perder – sufrir – equivocarse”, o dicho de otro modo “más vale malo conocido que bueno por conocer”, puede estar detrás de una actitud pasiva frente a la resolución de un conflicto. 
Si decidimos introducir un cambio asumimos el riesgo de que finalmente el resultado no sea el que buscamos, que podamos sentir malestar por ello o que nos suponga perder en algún aspecto. Ahora bien, ¿los riesgos son asumibles?, ¿qué probabilidad hay de que la situación mejore o empeore?, ¿qué es lo peor que podría pasar si?...

-La desinformación, el desconocimiento de la realidad o el conocimiento parcial de la misma genera desconcierto, inseguridad y percepción de falta de control. Nadie sabe de todo pero quien dispone de buenos asesores, se informa y cuenta con los datos oportunos puede  decidir de modo consecuente. Conocer nuestros derechos, los procedimientos o las obligaciones y por ende acudir a los servicios y profesionales especializados puede suponer un punto de inflexión que nos impulse a tomar una decisión que durante tiempo hemos pospuesto.


-La indefensión aprendida o “sensación subjetiva de no poder hacer nada no correspondiéndose  a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar la situación aversiva” supone un falsa percepción de la realidad o un espejismo que damos por válido y que nos condiciona de forma negativa. Creo que no puedo cuando en realidad PUEDO. 


Jorge Bucay, a través del cuento del elefante encadenado ejemplifica este mecanismo. Relata como cuando los elefantes son muy pequeños, les ponen unas cadenas que no pueden romper. A pesar de que intentan liberarse tirando con fuerza no lo consiguen. A medida que crecen les cambian las cadenas por otras más fuertes y ellos intentar soltarlas pero no pueden de nuevo. De este modo, día tras día, intento tras intento, el elefante no logra romper las cadenas, va debilitándose y deja de ser constante en sus intentos. Cuando el elefante alcanza la adultez, atado a una pequeña estaca entonces,  deja de intentar arrancar las cadenas porque tras muchos intentos no consiguió liberarse, cuando en realidad ahora es cuando sí puede romperlas ya que la sujeción es mínima y él dispone de mucha más fuerza.

                                                                  FOTO: http://discipulosdoproposito.blogspot.com.es/2012/03/o-elefante-acorrentado-ja-observou.html
                
-El embotamiento y el desbordamiento emocional, así como el estado de ánimo muy bajo, dificulta o entorpece los procesos de concentración, atención y razonamiento limitando su rendimiento y la autoeficacia. En estos casos es aconsejable en primer lugar ajustar los niveles emocionales y disponer de apoyos en la toma de decisiones.

-El pobre auto-concepto o  la baja autoestima pueden favorecer el desconcierto ante las dificultades, la dependencia  a otros en los que delegar la responsabilidad y la falta de confianza en la valía de uno mismo (no soy capaz, no sirvo, no puedo, …).

-La falta de apoyos o percepción de inexistencia de apoyos (familiares, sociales o institucionales) puede mantenernos en una postura de sumisión, pasividad e indefensión en la medida en que no podemos contrastar la información u obtenerla, no alcanzando a ver las opciones reales que nos permitirían salir de la situación problema.

-No disponer de las herramientas personales adecuadas en nuestro repertorio conductual o la inhabilidad (no ser hábil) para resolver de forma eficaz aquello que nos ocupa y preocupa puede condicionar la actitud de bloqueo. Disponer de un método eficaz para concretar la situación problema, generar soluciones o alternativas y escoger entre ellas es sinónimo de mayor probabilidad de éxito. En estos casos la inhabilidad puede dejar de ser tal con el entrenamiento y aprendizaje de nuevas habilidades personales.

-Los pensamientos tóxicos automáticos, las creencias  y las ideas estereotipadas arraigadas que no se han cuestionado según los criterios de validez pueden estar con gran probabilidad en la base de una actitud paralizante ya que guían la emoción y la conducta. Ejemplos: El amor lo puede todo, la familia siempre está ahí,…

-No tener cubiertas las necesidades básicas o primarias supone dirigir los esfuerzos a satisfacerlas relegando a un segundo y tercer plano otras cuestiones. En base a este planteamiento podemos encontrar casos en los que una persona en pro de obtener alimentos o un techo para sí mismo o sus hijos no se ocupa ni preocupa por satisfacer necesidades secundarias. (Ver Pirámide de Abraham Maslow. Jerarquía de necesidades, para más información)

                                                               FOTO:http://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Maslow

Muchas de las "cadenas" o condicionantes que se han nombrado podemos identificarlas en personas que acuden a intervención psicológica, en personas que nos rodean o incluso en nosotros mismos. Pueden encontrarse en un área específica de nuestra vida (en el trabajo, en la pareja,…) o bien estar generalizadas a cualquier ámbito. Sin duda, tomar conciencia de que existen y nos limitan es el primer paso para poder actuar sobre ellas.
 
 
 

jueves, 25 de abril de 2013

Saliendo de la "zona de comodidad"


Proliferan los vídeos y exposiciones referentes a la “zona de comodidad” o “zona confort” en los diferentes buscadores y bibliografía sobre el coaching y las Teorías del Liderazgo. Sin duda es una interesante y clarificadora forma de explicar por qué algunas personas alcanzan el éxito personal, social o laboral y otras no, o por qué algunos crecen y evolucionan mientras otros permanecen igual, en el mismo sitio y con la misma actitud año tras año.

Si imaginamos una rosquilla, llamaríamos zona de comodidad a la parte central, el círculo de dentro. En esta zona es donde vivimos y nos sentimos seguros, “cómodos” con lo que nos rodea, limitados por nuestra propia experiencia en cada una de sus áreas (personal, de pareja, social, laboral,...). Se encuentra en su zona de comodidad quien se relaciona con las mismas personas, tiene una pareja con la que no está ajustado, tiene un trabajo desde hace tiempo que no le llena, va a los mismos lugares y hace las mismas cosas mes tras mes sin pretender cambiar nada a pesar de no sentirse pleno consigo mismo o con lo que le rodea.

En la zona exterior de la rosquilla se encuentra el crecimiento, el éxito y la auto-realización; si bien entre ambas, entre la zona de comodidad y el crecimiento,  encontramos un cinturón o espacio que las separa. Recibe un nombre distinto según quien la nombre. Para algunos es la zona de aprendizaje y para otros la zona de pánico, a pesar de ser el mismo sitio. Incluso hay gente que lo considera zona de aprendizaje que limita con la zona de pánico. Da igual cómo lo llamemos.
¿Qué encontramos allí dentro?

En esta zona intermedia entre la de confort y el crecimiento hay nuevas experiencias, inquietud, temor al cambio, nuevos compromisos, temor a perder, riesgo, oportunidades, excitación, decisiones, incertidumbre, INCOMODIDAD, emociones ambivalentes, cambio, fluidez,… todo aquello que si afrontamos nos lleva al crecimiento.

Puntualmente salimos de la zona de comodidad hacia la zona de dicha INCOMODIDAD y volvemos a nuestra zona de confort haciendo que ésta útlima se extienda un poco más (viajes, conocer nuevas culturas, relación con personas muy distintas a nosotros y nuestro entorno…); en otras ocasiones avanzamos más y rozamos el límite de la zona de crecimiento  pero por temor a no conseguir lo que deseamos o a creer que perderemos lo que tenemos regresamos a nuestra vida habitual y cómoda.
A veces, personas cercanas que consideran lo novedoso o la incomodidad de la que hablo una ZONA DE PÁNICO, desde el desconocimiento más absoluto, nos animan a "NO AVANZAR"  y a valorar únicamente lo que tenemos actuando como freno frente a lo que querríamos conseguir (¿y si no sale bien?, ¿y si te pasa "algo"?,¿y si...? )


¿Por qué no avanzo?, ¿dónde quedaron mis sueños?, algo en mí ha cambiado, ¿qué he conseguido y qué me falta por conquistar?, ya nada es igual, ¿qué me impide dar éste paso?, ¿qué quiero?, ¿cómo me siento?, ¿cómo he llegado hasta aquí?, ya no me siento bien con lo que hago, ya no me siento VIVO…


QUIEN NO SE MUEVE DE SU ZONA DE COMODIDAD HA DEJADO DE CRECER, hace lo mismo día tras día y se encuentra en un estado mental conformista considerando que las cosas excitantes y maravillosas sólo les pasan a los demás ya que ellos tienen una gran mala suerte.

Algunas personas se mueven como pez en el agua entre las diferentes zonas y han aprendido a reinventarse en los momentos de crisis y confusión, e incluso muchas de ellas tienden a la búsqueda de nuevas experiencias sin vivenciarlas como algo crítico.
Sin duda, no nos han enseñado a normalizar la incertidumbre y gestionar eficazmente la incomodidad y el esfuerzo. Tenemos que aprender a sentir excitación ante el cambio y reajustar nuestras expectativas constantemente. Sentir incomodidad supone crecer, desarrollar nuestras capacidades  y aprender a superar los obstáculos dirigiéndonos hacia donde nos sentimos más auténticos.

Los sueños pueden alcanzarse… quien diga lo contrario está en la zona de comodidad.


Hoy empieza un nuevo reto personal y profesional. Bienvenidos


Susana Tárrega Verdú