Si mentalmente te detienes por
unos minutos e intentas analizar muy a groso modo cómo ha sido tu vida hasta este
mismo instante encontrarás altos y bajos en el camino, etapas que recuerdas
especialmente dulces y otras marcadas por acontecimientos o circunstancias que te
han desestabilizado. Probablemente detectas situaciones o hechos vitales muy
importantes que han condicionado tu crecimiento y desarrollo vital, algunos los
valorarás de forma positiva y otros claramente de forma más negativa. En
cualquier caso haber vivido cada uno de ellos te ha permitido llegar a ser tal
y como eres en este preciso momento.
La
aceptación de tu realidad, de quien eres, de lo vivido e incluso de lo no
vivido pero a su vez especialmente deseado, es una conquista que te permite seguir
avanzando y liberarte de miedos y emociones negativas que muchas veces
dificultan e impiden que vivas de forma plena tu vida.
En ocasiones, de forma
involuntaria y automática, puedes llegar
a poner en marcha mecanismos de resistencia para afrontar una realidad que no
te gusta y que no deseas conocer en un intento de “sobrevivir” a una
circunstancia que amenazaría tu sistema de creencias, la imagen que tienes de
ti mismo o de los demás o tu propio equilibrio personal. Algunas de las
estrategias que empleamos para protegernos
frente a lo desagradable son:
-Minimizar los efectos que se están produciendo: “no es para tanto”, “ha ocurrido muy pocas
veces”,…
-Normalizar la situación y los efectos adversos: “le
pasa a mucha gente”, “esto es bastante normal en esta sociedad”,…
-Justificar la conducta: “no tiene importancia porque en el fondo lo hace porque me quiere”, “estaba
muy nerviosa, no pasa nada”, “con la situación personal tan complicada que hay
es lógico”,…
-Disociar/separar/dividir la realidad y atender únicamente
a la parte que encaja con tus expectativas o lo que a ti te gustaría
(auto-engaño): “él me quiere porque
me lo ha dicho y pasamos una tarde estupenda”- “pero, vi que te empujó y te
insultó cuando ibais hacia el coche”- “ah! No, sólo fue un malentendido!
Estamos muy bien, estuvo muy cariñoso esa tarde”.
-Negar la realidad o parte de ella, postergando el impacto
que tendría asumir lo real.
Puede haber un rechazo total a admitir lo que está ocurriendo llegando a negarte a escuchar algo que no quieres: “mi
familia SIEMPRE está cuando la necesito”, “mis hijos son PERFECTOS”, “mi vida
es PERFECTA”, “voy a conseguir TODO lo que me proponga”, “mis padres SIEMPRE saben
qué es lo mejor para mi”, …
-Esfuerzos constantes y persistentes por intentar
cambiar tu realidad o la de otra persona asumiendo que tienes control sobre
ella y puedes conseguirlo. Esta estrategia de resistencia supone un gran
desgaste personal, genera sentimientos de frustración cuando no consigues lo
que quieres e impide que tu esfuerzo se dirija hacia aquello que sí depende de
ti.
-Distorsionar/disfrazar la realidad, fantaseando o creando una ilusión paralela en
la que exageras tus cualidades o las de los demás.
-Negociar con la realidad:
Parte del pensamiento mágico y más primitivo, implica buscar una solución desde
la desesperación en muchas ocasiones y supone defenderte para evitar aquello
que no aceptas. “Vamos a pactar, yo haré
un esfuerzo con esto y esta situación mejorará”
-Ironizar, utilizar el humor o el sarcasmo de
forma exagerada o desmesurada para desdramatizar y aliviar el malestar sin
permitirte mostrar tu vulnerabilidad.
FOTO: google imágenes
En el proceso hacia la
aceptación puedes llegar a sentir enfado, angustia emocional, rabia, culpa o
ira hacia ti mismo o hacia los demás (“no
es justo”, “¿por qué me sucede esto a mi?”, “yo podría haber hecho algo”,…) o
en otra fase del camino experimentar dolor emocional y una profunda tristeza (“no sirve de nada que haga algo”, “ no
tiene sentido la vida”,…). Se trata de avanzar pasando por diferentes fases
que te lleven a la aceptación sin experimentar emociones intensas desagradables que te bloqueen y alejen de la realidad.
Lindenmann ,
Brown y Schulz plantearon una secuencia resumen de las fases más importantes para la elaboración del duelo y partiendo de su aportación considero que se
desprenden básicamente cuatro tareas que componen el proceso hacia la
aceptación.
-1-Ver, admitir y tomar conciencia de la realidad tal
y como es y de las
consecuencias de ésta que hay en ti y en los
demás
-2-Experimentar la realidad
-3-Sentir el dolor y todas las
emociones, permitiendo que fluyan
canalizándolas adecuadamente.
-4-Nueva adaptación a la realidad
(readaptación) tras asumir lo
inevitable y decidir
conscientemente tu nueva postura ante ésta.
Así pues, la aceptación se
conquista cuando has elaborado la perdida de aquello que no fue, no es o de lo
que no será, cuando admites que lo que deseabas o quisieras no es posible y no
puedes cambiarlo por ti mismo. Hay un cambio de visión de la situación y una
orientación hacia el presente y el futuro permitiendo la transformación de ti
mismo o de tu vida.
Cuando aceptas, asumes sin
oposición la imperfección, las limitaciones propias o de los otros, las
carencias y lo inevitable. Es entonces cuando lo que piensas, verbalizas y
sientes tiene una mayor correspondencia y puedes gestionar saludablemente tus
emociones, predominando la serenidad y la satisfacción personal por haber
conseguido integrar en tu vida lo vivido, reorganizarte interiormente y poder reorientarte de nuevo con un mayor
sentimiento de autenticidad. Predominan pensamientos del tipo “esto no depende
de mí”, "es lo que hay", "no puedo cambiarlo", “pasará”, “no puedo luchar
contra esto pero sí puedo prepararme para afrontarlo de la mejor manera posible”,
“siento que he crecido con esta experiencia”,…
Muchos problemas emocionales y
desajustes vitales se asientan en la no aceptación pudiendo llegar a quedarse uno
instalado durante más tiempo del esperado en alguna de sus fases. Otros pueden
derivarse a su vez de haber decidido conformarse aceptando como válido en la
vida algo que globalmente no se desea pero que en cambio ofrece una ganancia
asociada secundaria, o que incluso dependiendo de uno para cambiarse acaba no considerándose por el gran esfuerzo que cree que supondría hacerlo o por la valoración
de escasa probabilidad de conseguir ese cambio. Supondría entonces conformarse
porque se valora que costaría mucho alcanzar lo que realmente se desea, se cree
que no se conseguiría o compensa por otro
lado dejar las cosas como están. En cualquier caso, no asumir de modo consciente
la realidad y sus consecuencias asociadas supone no disponer de la base necesaria para poder decidir en consecuencia la
postura que uno quiere adoptar al respecto, implicando una probable pérdida de
identidad y de autenticidad.
Es muy importante, por tanto,
que cuando algo te genere malestar te detengas, analices lo que está ocurriendo
y honestamente valores si depende de ti cambiarlo. En caso de que no seas un
agente con posibilidad de transformar esa realidad te encontrarás ante un
proceso de aceptación de la misma y con una oportunidad de crecimiento y
autoconocimiento personal. Si en cambio determinas que sí puedes actuar y
cambiar lo que no deseas es el momento de diseñar un plan de acción para conseguir
tus objetivos, motivarte y asumir el control y la responsabilidad de luchar por
lo que quieres en tu vida permitiéndote sentir satisfecho contigo mismo.
Fuentes consultadas:
.Modelo Kübler-Ross: Kubler-Ross, E.: On death and dying. Nueva York: Routledge, 1973
.Modelo Lindenmann , Brown y Schulz:
https://es.wikipedia.org/wiki/Duelo_(psicolog%C3%ADa)
.http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2007471914703783