Mi hijo tiene problemas con la ley, no me escucha, impone su voluntad por la fuerza, ha dejado de ir al instituto, se aísla en casa, va con gente nueva, cuando sale llega tarde, creo que consume, cambia de humor y estado de ánimo,...
Mis padres no me entienden, tengo pesadillas, a mi nadie me dice lo que tengo que hacer, cuando bebo me olvido de mis rollos, no duermo muy bien, a mi no me va a pasar, no sirve para nada estudiar, no necesito a nadie,...
Cada vez hay un mayor número de hogares en los que los menores de la unidad familiar
adoptan conductas violentas para alcanzar sus propósitos o expresar su emoción
(ira, frustración, impotencia,…), llegando a interiorizar un estilo agresivo de
comunicación y relación social con importantes déficits.
El entorno familiar y su dinámica, la gravedad de la
conducta manifiesta y sus consecuencias, así como el alcance de la misma
(limitada al ámbito familiar o generalizada a otras áreas) determinan fundamentalmente el programa de intervención idóneo. En los casos más leves o en los que
la autoridad de los padres se conserva en gran medida, la intervención del
centro educativo o la orientación en torno a unas pautas de crianza y/o
establecimiento y mantenimiento de límites y consecuencias puede ser
suficiente, si bien cuando el adulto se encuentra desbordado, no cuenta con habilidades para controlar la
situación y/o las consecuencias de la conducta mantenida por el menor en
cuestión ponen en riesgo la integridad de los demás o la suya propia puede
precisar de asesoramiento especializado en materia de problemas de
comportamiento y programas
cognitivo-conductuales específicos.
En algunos casos es
necesaria la intervención de los Servicios Especializados de Atención a la Familia e Infancia (SEAFI) de la comunidad, quienes tras una evaluación pormenorizada tienen la opción de activar diferentes medidas o programas que a su vez pueden variar según la evolución del caso (por ejemplo orientaciones a los padres, escuelas de padres,
educador en el hogar, talleres para los menores,… ). En otras ocasiones los
propios padres , a propuesta o no del servicio especializado, ceden
voluntariamente la guarda del menor a la Consejería de forma temporal con el
fin de que ésta intervenga con el menor fuera del núcleo y entorno familiar.
En los casos más graves, en última instancia, en los que los menores llegan a
incurrir en actos delictivos y/o ponen en grave riesgo su propia vida e integridad
física o la de quienes les rodean, la interposición de denuncia por parte de sus
figuras referentes es el único límite palpable y real ante el que responden gran parte de ellos.
Ésta es la dura realidad con la que topan cada vez más núcleos
familiares y por esta razón comienzan a proliferar programas televisivos o
campamentos de verano que abordan dicha problemática. Al respecto es necesario
añadir que es fundamental dejar a un lado los sensacionalismos y contar con
personal especializado que diseñe y oriente en torno a la intervención más adecuada a
realizar, considerando a todos los agentes intervinientes.
Facilitar “ tratamiento y ayuda a jóvenes en conflicto que
dentro del hogar tiranizan a padres, madres, hermanos u otros familiares” es el objeto del novedoso programa recURRA. Es una iniciativa
privada plausible que surge para dar una respuesta integral a una compleja realidad que aumenta en
incidencia y gravedad en los últimos años.
Javier Urra y su equipo aportan, a través de su proyecto, un enfoque novedoso en la medida en que
engloban en un programa de intervención gran variedad de las opciones de abordaje
educativo y terapéutico que se aplican actualmente de forma aislada. Integran diversos servicios
multidisciplinares que se combinan para atender las necesidades de cada caso. En función de la problemática, las
características y las circunstancias concretas diseñan un programa de intervención
individualizado y específico incluyendo la modalidad de medio abierto y residencial (Campus Unidos), en el
que tanto el menor como sus padres adquieren un compromiso.
Ellos mismos han elaborado diversas guías practicas que
pueden servir como herramienta para figuras de referencia, siendo alguna de ellas la específica de adaptación al cambio, comunicación o señales de alerta.
Es verdaderamente importante contar con la valoración profesional especializada que pueda determinar el camino a seguir en cada caso con el fin de poder determinar el abordaje específico y concreto idóneo, así como la intervención ajustada a su evolución.
Enlaces de interés:
-Un dictador en casa. Entrevista a Javier Urra.
-El síndrome del emperador. ¿Qué es y cómo tratarlo?
-El pequeño dictador. Javier Urra.
-Padres víctimas, hijos maltratadores. Pautas para controlar y erradicar la violencia en los adolescentes.
-¿Es la adolescencia una etapa conflictiva para los propios adolescentes?: tristeza, inadaptación y género.
-Estrategias de adaptación en adolescentes y su relación con conductas problemáticas.
Es verdaderamente importante contar con la valoración profesional especializada que pueda determinar el camino a seguir en cada caso con el fin de poder determinar el abordaje específico y concreto idóneo, así como la intervención ajustada a su evolución.
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